13/03/2014 23:17:16
El escritor publicó y denunció en su muro de Facebook un desagradable encuentro con una persona que no quiso acercársele porque “le podía pegar el sida”.
![Foto Nota]()
El escritor y ex vocero de Iguales, Pablo Simonetti, se vio involucrado en un lamentable episodio de homofobia cuando utilizaba un ascensor en la Clínica Alemana, en Santiago. Un hombre de la tercera edad que abordó el ascensor dijo que no quería compartirlo con el escritor, porque se le podía “pegar el sida”. Tras encararlo y vivir la escena discriminatoria, Simonetti describió el impasse en su muro de Facebook, lamentando lo sucedido y apelando al Estado para que se haga cargo y se esfuerce “en implementar políticas públicas para erradicar de una vez por todas estos prejuicios que tanto hieren y que estigmatizan a tantos que su único deseo es ser reconocidos, respetados y tratados como iguales”. A continuación el texto publicado por el escritor: Hace menos de una hora, entré a un ascensor en el piso 10 de la Clínica Alemana. A medida que bajábamos iba subiendo más gente. En el tercero entró un hombre de unos 70-75 años, acompañado de su mujer. Quedaron pegados a la puerta y yo al fondo. En voz baja pero perfectamente audible, al verme dijo: -No se nos vaya a pegar el sida. -¡Qué!-exclamó ella. Él apuntó hacia mí con un gesto de la boca al decir: -Va el escritor al fondo. -¿Qué dijo, señor? -lo interpelé-, ¿que se le puede pegar el sida? -Que ojalá no se me pegue -me encaró. La gente alrededor permaneció muda. -Ojalá que a mí no se me pegue su homofobia. -¡Yo los deploro! -¡Yo lo deploro a usted! El ascensor se detuvo en el siguiente piso y ellos se bajaron. Desde afuera el tipo volvió a gritar: -Yo deploro a estos maricas. Dos personas que iban en el ascensor me dijeron que no me hiciera mala sangre, que huevones había en todas partes. Los demás se hicieron los desentendidos. Yo me hice mala sangre igual y todavía siento la rabia de que provoca la humillación. Este incidente me hizo pensar una vez más en los cientos de miles de chilenos y chilenas que aun tenemos que sufrir humillación, exclusión, violencia e incluso la muerte a manos de gente homofóbica, gente buena en apariencia, pero tan violenta como el que me agredió en el ascensor. Hay cientos de miles de chilenos y chilenas que, además de tener que encarar las adversidades de su vida, tienen que soportar el atropello machista. Y me hizo pensar especialmente en las personas contagiadas de VIH y el horrible prejuicio que todavía pende sobre ellas. Ya es hora que nuestro país les confiera plenos derechos a las personas lesbianas, gays, bisexuales y transexuales, ya es hora de que el Estado se esfuerce en implementar políticas públicas para erradicar de una vez por todas estos prejuicios que tanto hieren y que estigmatizan a tantos que su único deseo es ser reconocidos, respetados y tratados como iguales.
El escritor publicó y denunció en su muro de Facebook un desagradable encuentro con una persona que no quiso acercársele porque “le podía pegar el sida”.

El escritor y ex vocero de Iguales, Pablo Simonetti, se vio involucrado en un lamentable episodio de homofobia cuando utilizaba un ascensor en la Clínica Alemana, en Santiago. Un hombre de la tercera edad que abordó el ascensor dijo que no quería compartirlo con el escritor, porque se le podía “pegar el sida”. Tras encararlo y vivir la escena discriminatoria, Simonetti describió el impasse en su muro de Facebook, lamentando lo sucedido y apelando al Estado para que se haga cargo y se esfuerce “en implementar políticas públicas para erradicar de una vez por todas estos prejuicios que tanto hieren y que estigmatizan a tantos que su único deseo es ser reconocidos, respetados y tratados como iguales”. A continuación el texto publicado por el escritor: Hace menos de una hora, entré a un ascensor en el piso 10 de la Clínica Alemana. A medida que bajábamos iba subiendo más gente. En el tercero entró un hombre de unos 70-75 años, acompañado de su mujer. Quedaron pegados a la puerta y yo al fondo. En voz baja pero perfectamente audible, al verme dijo: -No se nos vaya a pegar el sida. -¡Qué!-exclamó ella. Él apuntó hacia mí con un gesto de la boca al decir: -Va el escritor al fondo. -¿Qué dijo, señor? -lo interpelé-, ¿que se le puede pegar el sida? -Que ojalá no se me pegue -me encaró. La gente alrededor permaneció muda. -Ojalá que a mí no se me pegue su homofobia. -¡Yo los deploro! -¡Yo lo deploro a usted! El ascensor se detuvo en el siguiente piso y ellos se bajaron. Desde afuera el tipo volvió a gritar: -Yo deploro a estos maricas. Dos personas que iban en el ascensor me dijeron que no me hiciera mala sangre, que huevones había en todas partes. Los demás se hicieron los desentendidos. Yo me hice mala sangre igual y todavía siento la rabia de que provoca la humillación. Este incidente me hizo pensar una vez más en los cientos de miles de chilenos y chilenas que aun tenemos que sufrir humillación, exclusión, violencia e incluso la muerte a manos de gente homofóbica, gente buena en apariencia, pero tan violenta como el que me agredió en el ascensor. Hay cientos de miles de chilenos y chilenas que, además de tener que encarar las adversidades de su vida, tienen que soportar el atropello machista. Y me hizo pensar especialmente en las personas contagiadas de VIH y el horrible prejuicio que todavía pende sobre ellas. Ya es hora que nuestro país les confiera plenos derechos a las personas lesbianas, gays, bisexuales y transexuales, ya es hora de que el Estado se esfuerce en implementar políticas públicas para erradicar de una vez por todas estos prejuicios que tanto hieren y que estigmatizan a tantos que su único deseo es ser reconocidos, respetados y tratados como iguales.