23/06/2014 8:05:00
El psiquiatra Marco Antonio de la Parra explicó a Hoyxhoy.cl que “este vandalismo es el de un país con heridas sociales (...) nuestro país no sabe medirse ni con el trago, se comporta como un país sin cultura etílica ni de fiesta”.
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Pura alegría, C-H-I y bocinazos. Así comenzó la celebración del triunfo de Chile sobre España en el Mundial de Fútbol de Brasil 2014. ¿Cómo fue que terminó (en Santiago) con más de 500 buses del Transantiago atacados y hasta con palmeras quemadas en la Alameda?. Esos son finales más o menos habituales de las marchas, pero ¿por qué un festejo termina con tamañas manifestaciones de odio? "Tenemos mucha dificultad para entender la fiesta sin que se desate un elemento autodestructivo. Eso va desde la borrachera extrema hasta los gestos envidiosos, primitivos, como los que aparecen contra la propiedad de todos. Es como si nos costara sentir que compartimos un mismo espacio y que eso es bueno para todos. Emerge un resentimiento social complicado", analiza el psiquiatra y dramaturgo Marco Antonio de la Parra, quien explicó al diario Hoyxhoy.cl que en medio del carnaval, aparece “esta envidia, esta destrucción sobre lo que debería ser de todos, pero que no se siente como si fuera de todos”. Según De la Parra, falta educar en la gratitud, y recordó que las celebraciones del Mundial Del ‘62 no fueron así. Agregó que esa minoría que no se siente parte de los espacios comunes que hay que cuidar, son una minoría sintomática que desaparecerá “en la medida que seamos capaces de revertir la injusticia permanente que se ha instalado (…) la cosa es más de fondo... viene de un país con heridas sociales”. Y sobre “la viveza criolla” de los hinchas que trataron de entrar al Maracaná a la fuerza, opinó que estos chilenos se sumaron a un ambiente de carnaval al que no están acostumbrados y en el que se sintieron más allá del bien y el mal, que podían superar el sistema. “El carnaval nuestro es muy primitivo, no tiene cultura, no es organizado como sí los hay en los países que tienen tradición de carnaval, donde su gente sabe medirse. Nuestro país no sabe medirse ni con el trago, se comporta como un país sin cultura etílica ni de fiesta”, afirmó.
El psiquiatra Marco Antonio de la Parra explicó a Hoyxhoy.cl que “este vandalismo es el de un país con heridas sociales (...) nuestro país no sabe medirse ni con el trago, se comporta como un país sin cultura etílica ni de fiesta”.

Pura alegría, C-H-I y bocinazos. Así comenzó la celebración del triunfo de Chile sobre España en el Mundial de Fútbol de Brasil 2014. ¿Cómo fue que terminó (en Santiago) con más de 500 buses del Transantiago atacados y hasta con palmeras quemadas en la Alameda?. Esos son finales más o menos habituales de las marchas, pero ¿por qué un festejo termina con tamañas manifestaciones de odio? "Tenemos mucha dificultad para entender la fiesta sin que se desate un elemento autodestructivo. Eso va desde la borrachera extrema hasta los gestos envidiosos, primitivos, como los que aparecen contra la propiedad de todos. Es como si nos costara sentir que compartimos un mismo espacio y que eso es bueno para todos. Emerge un resentimiento social complicado", analiza el psiquiatra y dramaturgo Marco Antonio de la Parra, quien explicó al diario Hoyxhoy.cl que en medio del carnaval, aparece “esta envidia, esta destrucción sobre lo que debería ser de todos, pero que no se siente como si fuera de todos”. Según De la Parra, falta educar en la gratitud, y recordó que las celebraciones del Mundial Del ‘62 no fueron así. Agregó que esa minoría que no se siente parte de los espacios comunes que hay que cuidar, son una minoría sintomática que desaparecerá “en la medida que seamos capaces de revertir la injusticia permanente que se ha instalado (…) la cosa es más de fondo... viene de un país con heridas sociales”. Y sobre “la viveza criolla” de los hinchas que trataron de entrar al Maracaná a la fuerza, opinó que estos chilenos se sumaron a un ambiente de carnaval al que no están acostumbrados y en el que se sintieron más allá del bien y el mal, que podían superar el sistema. “El carnaval nuestro es muy primitivo, no tiene cultura, no es organizado como sí los hay en los países que tienen tradición de carnaval, donde su gente sabe medirse. Nuestro país no sabe medirse ni con el trago, se comporta como un país sin cultura etílica ni de fiesta”, afirmó.