16/04/2013 17:54:00
El efecto no tiene nada que ver con el alcohol, pero resulta determinante para entender las causas del alcoholismo.
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La dopamina es una de las hormonas que libera el cerebro desde su centro de recompensas y que causan bienestar, muy relacionada con las conductas adictivas al alcohol y las drogas. Científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Indiana (Estados Unidos) quisieron investigar esa relación y descubrieron que el sabor de la cerveza es capaz de liberar dopamina, sin tener nada que ver con la acción alcohol. Para descubrirlo analizaron mediante tomografía por emisión de positrones a 49 hombres, haciéndoles dos pruebas: la primera, degustar una cerveza y la segunda, probar una bebida isotónica. Lo que descubrieron fue una actividad mucho más alta de liberación de dopamina en el caso de la cerveza que en el de la bebida isotónica, especialmente entre quienes tenían un historial familiar de alcoholismo, lo que reveló que el alcoholismo puede tener un factor hereditario. La cantidad de cerveza que les dieron a probar era tan pequeña que su alcohol no llegó a tener ningún efecto en su organismo, pero fue suficiente para motivar la segregación de dopamina y sus ganas de tomarse una cerveza se incrementaron notablemente, demostrando lo adictiva que puede ser.
El efecto no tiene nada que ver con el alcohol, pero resulta determinante para entender las causas del alcoholismo.
La dopamina es una de las hormonas que libera el cerebro desde su centro de recompensas y que causan bienestar, muy relacionada con las conductas adictivas al alcohol y las drogas. Científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Indiana (Estados Unidos) quisieron investigar esa relación y descubrieron que el sabor de la cerveza es capaz de liberar dopamina, sin tener nada que ver con la acción alcohol. Para descubrirlo analizaron mediante tomografía por emisión de positrones a 49 hombres, haciéndoles dos pruebas: la primera, degustar una cerveza y la segunda, probar una bebida isotónica. Lo que descubrieron fue una actividad mucho más alta de liberación de dopamina en el caso de la cerveza que en el de la bebida isotónica, especialmente entre quienes tenían un historial familiar de alcoholismo, lo que reveló que el alcoholismo puede tener un factor hereditario. La cantidad de cerveza que les dieron a probar era tan pequeña que su alcohol no llegó a tener ningún efecto en su organismo, pero fue suficiente para motivar la segregación de dopamina y sus ganas de tomarse una cerveza se incrementaron notablemente, demostrando lo adictiva que puede ser.